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Sarrià, escenario del primer gol fantasma

En un partido entre el RCD Espanyol y el CE Europa disputado en Sarrià en 1928, se produjo el primer "gol fantasma" del fútbol español cuando un disparo de Manuel Cros fue inicialmente validado pese a dudas sobre si realmente había entrado, ya que la red estaba rota. Tras una fuerte protesta liderada por Zamora, el árbitro anuló el tanto. Años después, tras un caso similar, el propio Cros confesó públicamente que aquel gol nunca fue válido, desvelando así uno de los episodios más polémicos del fútbol catalán de la época.

07/08/2025
Título del relato

RCD Espanyol y CE Europa se enfrentaron en Sarrià el domingo 7 de octubre de 1928. Era apenas la segunda jornada del Campeonato de Catalunya 1928-29, que acababa de comenzar. Muy competido, el encuentro entre dos gallitos del fútbol catalán acabó sin goles (0-0), todo un rara avis en tiempos de exuberante fútbol de ataque. La ineficacia anotadora, sin embargo, no impediría que el partido pasara a los libros de historia.

Apenas superada la media hora (minuto 31), un despeje en largo cogió desprevenida a la zaga local y dejó a Cros, delantero europeísta, mano a mano frente a Saprissa, último defensa blanquiazul. Ariete puro y referente goleador del cuadro de Gracia, Cros no era precisamente un dechado de técnica, pero su embestida era la de un búfalo. La misma con la que superó al back salvadoreño y se plantó frente a su último obstáculo, Zamora.

Confiado, el arquero tardó en reaccionar. Cuando lo hizo, no pudo evitar que Cros le batiera con un buen derechazo. El Europa tomaba ventaja (0-1) y Cruella, árbitro del partido, validó claramente el tanto, señalando el centro del campo. Con notorio enfado y consciente de su error, Zamora recogió el balón del interior del marco y lo pateó de mala manera para que se reanudara el juego, pero aquel saque de centro jamás se llevó a cabo. ¿Por qué?

La diana de Cros fue lograda en el gol sur, junto al Chalet, y de entre los espectadores que ocupaban su terraza, justo tras el marco, surgió un grito de protesta que alertó al guardameta. Sorprendido por tan espontánea reacción, Zamora se interesó por la razón, y esta no era otra que la red de su portería: se hallaba perforada en su parte lateral. ¿Estaba rota desde el inicio del encuentro? ¿Fue el tiro de Cros lo que provocó el desperfecto?

La validez del gol empezó a cuestionarse y el meta advirtió a Cruella de la circunstancia. Frente al arco, y con los futbolistas merodeando la zona, el colegiado consultó con Just, su juez de gol, en una atmósfera de creciente tensión. Su ángulo de visión no era el mejor, ya que cubría el poste opuesto por donde entró, o no, el esférico. Pero Just no dudó y se reafirmó en la legalidad del tanto. Fue el inicio del caos.

Con Zamora a la cabeza, y con inusual vehemencia, no pocos jugadores del Espanyol se encararon con el juez de gol, al que zarandearon de mala manera, causándole algunos arañazos y notorios desperfectos en su chaquetilla reglamentaria. El lamentable espectáculo soliviantó al público más cercano a la zona, y algún que otro revoltoso invadió el césped para sumarse a la algarada. Las fuerzas del orden no tardaron en intervenir. Hubo golpes, carreras y más de una detención. Diez minutos de descontrol total, que convirtieron el gol sur de Sarrià en un verdadero pandemónium.

Superado por los acontecimientos y una vez restablecida la calma, Cruella rectificó su decisión e invalidó el tanto, obviando la opinión de su asistente. Ese fue el veredicto final. Todo ello ante la incredulidad del Europa, que veía cómo su rival seguía al completo sobre el terreno de juego, pese a la reprobable actitud de muchos de sus jugadores.

A ojos del aficionado, Zamora emergió como triunfador del barullo. Jugador de enorme carisma y muy capaz de influir voluntades, vio en la red perforada el argumento ideal para condicionar a Cruella. Creada la confusión y con el público alterado, era de esperar que el colegiado tuviera problemas para defender la validez del gol. Con lo que no contaba Zamora era con la firme actitud del pobre Just. No entraba en sus cálculos. De ahí su ira intimidatoria, y la de sus compañeros.

Sarrià fue el marco de un hecho insólito: el primer gol fantasma del fútbol español. O, al menos, el más mediático hasta aquel momento. “El caso Cros”, como así pasó a conocerse aquel controvertido episodio, levantó gran polvareda y durante algún tiempo los llamados jueces de gol dejaron de ejercer como tales.

La gravedad de lo sucedido obligó al Comité de Competición de la Federación Catalana a tomar medidas y dictó una sanción de tres semanas a Zamora y a los hermanos Tena, todos ellos jugadores blanquiazules. Posteriormente, el castigo quedaría reducido a una sola semana.

Pese a no validarse, siempre quedó la duda de si el disparo de Cros acabó cruzando la línea de gol. La incógnita tardó más de cinco años en desvelarse, y fue el propio protagonista el encargado de aclarar tan controvertido episodio. Para que ello fuera posible, tuvo que mediar otro gol fantasma: el que se produjo en el viejo Chamartín en un encuentro entre Real Madrid y Espanyol, disputado el 31 de diciembre de 1933.

El partido finalizó con victoria blanca (3-2), pero estuvo envuelto en una gran polémica. Con 2-1 en el marcador y ya en la recta final de la primera parte, un disparo lejano de “Tin” Bosch rebasó claramente la estirada de Cayol. El chut —fuerte, cruzado y en trayectoria ascendente— superó al meta canario, pero, sorprendentemente, el balón no quedó en el interior del marco, sino en manos del público que ocupaba la grada trasera. ¿Qué había pasado?

Los blanquiazules celebraron con alborozo el tanto que suponía el empate a dos, señalando que el fuerte disparo había logrado romper la red, y debido a su trayectoria en diagonal, había viajado hasta la grada. Obviamente, los merengues no opinaron igual, y frente a la meta de Cayol se armó un buen lío, con algún que otro espectador alborotando, con la fuerza pública poniendo orden y con el juez de gol inhibiéndose de la jugada. Ante tal panorama, Del Campo Echevarría, árbitro del partido, dijo que no. Que nadie podía asegurar la autenticidad del tanto. Idéntica escena a la de aquel lejano octubre de 1928 en Sarrià.

A esa nueva polémica dedicaron más de una columna tanto la prensa madrileña como la catalana. Esta última, en concreto, evocó el citado encuentro entre Espanyol y Europa. La ocasión merecía, cuando menos, una entrevista a Manuel Cros o al mismísimo Ricardo Zamora, principales protagonistas de aquella jugada, y Mundo Deportivo recogió el guante hablando con el primero de ellos.

La entrevista, firmada por Phil de Escocia (pseudónimo del conocido periodista Juan Fina), la publicó el rotativo barcelonés en su edición del 6 de enero de 1934. Cros, quien curiosamente militaba en el Espanyol aquella temporada 1933-34, se expresaba en estos términos al preguntársele sobre aquel polémico gol de Sarrià años atrás, cuando defendía la camiseta del Europa:

—El gol de Sarrià no fue gol. Ya te lo dije, y te lo repito. Nunca dije otra cosa cuando se me ha preguntado.
—Entonces, ¿cómo fue el lío?
—Tú lo viste. Ellos se lo urdieron y ellos se lo resolvieron. Mi actuación en aquel momento se limitó a chutar... y a delatarme. Cuando vi que el balón no pasaba entre los laterales y el larguero, me llevé las manos a la cabeza para tirarme del pelo... aquel “peinado Cros”, sistema cepillo, que entonces se estilaba.

—Exacto —sigue Cros, alisándose la hermosa raya que exhibe ahora—. Y como digo, me delaté. Saprissa, que es inteligente y deportista, acudió a mí y me dijo: ‘‘Tú, que eres un deportista y un caballero, no negarás que eso no es goal’’. Y yo me limité a decirle que en aquellos momentos no era conveniente que yo mismo fuera a entrometerme; que si no se me preguntaba no podía decir nada, y que si me preguntaba quien tenía atribuciones para hacerlo, diría, como siempre, la verdad. Me aparté del jaleo, de los tirones de americanas ribeteadas, de los tricornios y de aquel guardia civil con la gorra roja que fue el primero en hacer notar el error del árbitro, de la mayoría del público y de casi todos vosotros.

Dicen que un clavo saca otro clavo y, cinco años después, a raíz de otro gol fantasma, Cros aclaraba de manera pública lo que ocurrió aquel 7 de octubre de 1928 sobre el césped de Sarrià.

En la década de 1920, el Europa emergió como alternativa de poder al dominio que ejercían pericos y culés en el Campeonato de Catalunya. Manuel Cros, su ariete, era el referente atacante de aquel formidable equipo, pero también acabó vistiendo la camiseta blanquiazul del Espanyol años después, en dos etapas distintas.

Las declaraciones de Cros a Mundo Deportivo coincidieron con su estancia en el Club en la primera de ellas (temporada 1933-34). Ya en el ocaso de su carrera, Cros fue un jugador de complemento sin apenas presencia en los planes del técnico Ramón Trabal, quien solo le alineó en un par de encuentros oficiales, antes de ser traspasado al CE Sabadell de Segunda División a inicios de febrero de 1934.

 

Oriol Pagès Rosique

Grup de Recerca Històrica de la Fundació