2-1: Remontada y fiesta
El Espanyol supera al At. Madrid en un final que desató la alegría en el RCDE Stadium
Salió convencido. Tenía minutos por delante para dar oxígeno a sus compañeros de ataque y para poner velocidad y piernas en ayuda de sus compañeros del centro del campo. Lo cierto es que Pere Milla, desde su indómito carácter, volvió a vivir unos minutos de inmensa alegría y acierto ante la portería contraria, como ya hizo en el último partido del pasado campeonato ante la UD Las Palmas. Aquel día cerró el partido con su diana y hoy hizo lo mismo, aunque la renta fuera más exigua ante el At. Madrid. Antes, Miguel Rubio, otro hombre de refresco en la segunda parte, igualó la ventaja que había conseguido Julián Álvarez con una perfecta ejecución de una falta directa.
El partido tuvo de todo: ocasiones, intensidad, velocidad, cierre de filas, toque al orden y la firme voluntad de evitar errores por parte de ambos equipos. La fiesta que, al final, se vivió en el RCDE Stadium estuvo precedida de trabajo, mucho trabajo, de sudor (muchísimo sudor) y de convencimiento, mucho convencimiento de que la ilusión perica podría derribar el ambicioso proyecto rojiblanco para esta temporada.
Aupados por un magnífico ambiente desde las gradas, los blanquiazules tiraron de coraje, empeño y oficio aún en los peores momentos. Hancko tuvo la primera en un remate de cabeza tras un saque de esquina y Dmitrović respondió con solvencia. De inmediato Roberto probó la seguridad de un Oblack que poco después repitió ante Cabrera, en un continuo correcalles por el campo.
Con el partido suficientemente igualado, Julián Álvarez encontró la distancia perfecta al borde del área para colocar la pelota con maestría en la escuadra de la portería blanquiazul. Inapelable. Inalcanzable.
El 0-1 fue un golpe anímico para un Espanyol que, hasta entonces, respondía a cada ataque rojiblanco, algo que se notó en los últimos instantes de la primera mitad y en los primeros minutos de la segunda parte, cuando Julián Álvarez remató a la base del poste una buena jugada colectiva de los madrileños. Ese fue el aviso definitivo.
Manolo González y Simeone comenzaron con los cambios y los blanquiazules encontraron ahí ese oxígeno que necesitaban. Edu Expósito puso un centro magistral en una falta lejana para que Miguel Rubio apareciera por sorpresa en el único hueco de la defensa visitante. Su remate cercano, con el pie, puso las tablas en el partido y la sensación de que, al menos, ese punto ya tenía cierto sabor a recompensa. Y cuando el partido entraba en la recta final, Pere Milla, en un remate de cabeza intencionado, acrobático y certero, sorprendió a Oblack para dejar el 2-1 definitivo. Tres puntos de oro. No podía haber mejor inicio.
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